La
sociedad feudal estaba constituida por tres clases absolutamente distintas en
sus obligaciones y
en sus obligaciones y en sus costumbres: los nobles, los clérigos y los
campesinos o villanos.
Los nobles
tenían a su cargo las tareas guerreras; los clérigos, lo concerniente a la vida
religiosa; los villanos, la labranza y las faenas manuales.
La nobleza
y el clero disfrutaban de grandes privilegios y monopolizaban la propiedad de
la tierra. La nobleza basaba, además, su poderío,
en la fuerza militar;
el clero, en su prestigio religioso y cultural.
Los
villanos, en cambio, ocupaban un rango social inferior y sus obligaciones eran
mucho más numerosas que sus derechos; trabajaban los grandes dominios
señoriales, y en retribución de esa tierra que se les cedía para su trabajo y
de la protección que se les dispensaba, debían múltiples servicios y prestaciones a
sus señores.
Los
villanos, (habitantes de la villa), eran todos los campesinos, pero estaban
divididos en libres y siervos. Los campesinos libres podían
abandonar las tierras que trabajaban y buscar hogar y protección en otro
señorío, cuando así lo desearan. En cambio los siervos carecían en absoluto de libertad y
no podían abandonar la gleba (tierra o heredad) en que trabajaban. Con todo,
libres y siervos, los villanos no podían ser privados de sus tierras mientras
cumplieran fielmente las prestaciones debidas a sus señores. Los villanos
debían pagar al señor ciertos tributos,
estos eran dos clases, en especie y en trabajo.
La Nobleza
Feudal:
Todo
poseedor de un feudo era noble, pero la mayor o menor importancia de los feudos
contribuyó a establecer diversos grados en la nobleza. Los más encumbrados eran
los duques, condes y marqueses, poderosos señores que sólo rendían homenaje a
los reyes y de quienes dependían numerosos vasallos.
De menor
jerarquía, eran los llamados en Francia barones,
y en España ricos-hombres,
quienes a su vez recibían el homenaje de señores de inferior categoría,
poseedores de feudos más pequeños. Estos últimos constituían la pequeña nobleza
y eran llamados castellanos, hidalgos o caballeros. (Como los nobles combatían
a caballo, el término caballero se convirtió más adelante en sinónimo de
noble.)
El
Castillo:
Los
primeros castillos surgieron en la época de las invasiones de los siglos IX y
X. En un principio fueron sencillos edificios de madera,
rodeados por una sólida empalizada de estacas. A comienzos del siglo XII, la
piedra sustituyó a la madera debido a los pesados proyectiles lanzados por las
catapultas, nueva arma introducida en occidente a raíz de las Cruzadas. Los castillos
se construían en colinas o lugares desde los cuales la defensa era más fácil.
La
Caballería:
Las guerras entre
señores feudales eran muy frecuentes, pues estos no reconocían más ley que la
de la fuerza para resolver sus problemas.
Las guerras señoriales causaron tremendo daño y
fueron uno de los más graves males del régimen feudal. La Iglesia moderó y
corrigió la rudeza de las costumbres señoriales con dos instituciones:
La tregua
de Dios y la caballería.
La tregua
de Dios prohibía bajo pena de excomunión guerrear en los días jueves, viernes,
sábado y domingo, así como también en la fecha de las grandes festividades
religiosas. También se declaraban especialmente protegidos por la Iglesia a las
mujeres y a los niños.
La tregua contribuyó poderosamente a humanizar las costumbres. Los jóvenes
nobles recibían una educación esencialmente militar. A partir del siglo XI la
Iglesia agregó a ese aprendizaje militar
una preparación de orden espiritual. Esta intervención de la Iglesia engendró
la institución de la caballería. Para ser reconocido caballero, el noble debía
comprometerse a respetar la fe empeñada, combatir las injusticias, proteger a
los débiles.
Costumbres:
La vida
del Señor: La caza constituía el placer favorito de aquellos hombres rudos e
ignorantes, acostumbrados al manejo de las armas y
a la vida activa al aire libre.
La otra diversión era los torneos, justas de armas que suscitaban en los
protagonistas y en los espectadores todas las emociones de
la guerra. Los caballeros que intervenían en ellos combatían en duelo singular
o en grupos,
a caballo y utilizando la lanza y la espada.
La
Influencia de la Iglesia:
La Iglesia
Católica fue el más poderoso pilar de la sociedad en la época feudal. Tuvo una injerencia
ilimitada en todos los órdenes de la vida.
- La
unidad y la universalidad de la fe, que caracterizaron la vida medieval.
Ninguna religión disputó,
en efecto, al catolicismo durante la edad media el gobierno de
las almas en la Europa de
occidente.
- El
predominio cultural del clero. Este constituyó en la edad media la única clase
letrada. Ser laico era estar al margen del saber. Las escuelas fueron, además
anexos de las catedrales y de los monasterios y en ellas oficiaban de maestros
los sacerdotes y los monjes que impartían gratuitamente los sencillos
conocimientos de lectura, escritura,
doctrina cristiana y canto. El monopolio cultural
del clero y la eficacia de
su actividad docente arraigaron, sólidamente, su autoridad y
su prestigio.
La Iglesia
procuro hacer del catolicismo el eje de la vida espiritual en la edad media.
Para imponer obediencia a sus mandamientos disponía de dos armas poderosas, la
excomunión y la interdicción.
Toda la
autoridad de la iglesia no impidió, sin embargo, el surgimiento de herejías, o
sea, disidencias de opinión con respecto a los dogmas católicos.
Formación: sistema
político, social y económico q se formó en Europa luego del imperio
carolingio. Este sistema se basa en las relaciones personales entre el señor
feudal y su vasallo.
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